Los que van y los que vienen
Esos trenes llevaban la gente que iba y la que venía. Cuando la gente iba, abría las ventanas y asomaba la cabeza afuera, y como era de mañana, daba un sol precioso y en el campo se veían campanillas azules. A veces se cruzaban con la gente que volvía, y a estos los molestaba el sol, y por eso tenían los vidrios de las ventanas cerrados y estaban apoyados en los codos, mirando quién sabe dónde, con las cejas fruncidas. Los que iban los miraban con curiosidad y algún chico les decía adiós, pero ellos no contestaban, o a veces alguno se sonreía con mucha tristeza. Los que volvían se bajaban del tren llenos de paquetes, se perdían a lo lejos y no se veían más.
Entonces el tren se llenaba de gente que estaba contenta por ir y abría todas las ventanas para mirar el campo asoleado lleno de campanillas qazules.
HEBE UHART
Cuentos completos
Adriana Hidalgo editora