Una escena
Deja de gritar.
Él se refugia junto a la pared, cerca de la puerta. Dice:
-Hay que dejarme, todo es inútil. No podré nunca.
Ella se tiende, el rostro contra el suelo. Grita de ira, reprime sus deseos de pegar; luego deja de gritar, llora. Y después se duerme. Él la despierta, le pide que diga lo que piensa. Ella piensa que es demasiado tarde ya para que se separen.
Se vuelve. Él mira la pared. Ella dice:
-Quizá pueda vivirse el amor así, de un modo horrible.
Ella duerme bajo la seda negra hasta pleno día.
Por la mañana ella va hacia la pared. Y sigue durmiendo toda la noche. Él no la despierta. No le habla. Ella se marcha cuando se levanta el día. Las sábanas están dobladas. La luz encendida. Él duerme, no la oye marchar.
Él se queda en la habitación. El miedo, de pronto, de ser abandonado.
Hay tormenta. Él se queda allí, no apaga la araña, permanece en la luz.
MARGUERITE DURAS
Los ojos azules, pelo negro
Biblioteca El Mundo