Dentro de la disposición está el fértil residuo de la experiencia. Guardado conscientemente, o soterrado inconscientemente, establece un vínculo con el inconsciente colectivo. Cuando los actores logran que la palabra resuene en ellos, este residuo de experiencia asciende a la consciencia.
Un palabra es como un guante: unobjeto inanimado que puede ser admirado en un escaparate o, incluso, en un museo. Pero se le da vida conla mano que lo llena: cada matiz, desde lo banal a lo espiritural.
Una palabra puede ser más que un guante. Es un imán. Cuando se coloca sobre un espeacio íntimo vacío, al ser pronunciada puede sacar a la superficie material soterrado en el inconsciente. Y, en ocasiones muy especiales, puede valerse del material común a toda la humanidad.
Cuando observamos algunas páginas impresas de las obras de Beckett, prácticamente vemos cada escueto renglón seguido de "Pausa". Era el consejo de Beckett a los actores. Chéjov hizo mo mismo, aunque, en lugar de "pausa", usó "...". Para que una simple sucesión de palabras asuma la dimensión humana más plena, el hablante debe cpnfiar en las resonancias que surgen en estos intervalos minúsculos. Estos momentos de silencio existen en las películas y en la prosa; pero, en el teatro, en la recreación conjunta con el público de una frase durante cada representación, la pausa, los tres puntos suspensivos, nunca pueden ser iguales. Es el sello de la presencia de la vida.
PETER BROOK
La calidad de la misericordia
La Pajarita de Papel ediciones