El silencio
En la búsqueda de lo indefinible, la primera condición es el silencio, el silencio como el opuesto parejo de la actividad, el silencio que ni se opone a la acción ni la rechaza. Un día en el Sahara, me subí a una duna para bajar a un hondo cuenco de arena. Sentado en la cima me encontré por primera vez con el silencio absoluto, esa quietud que es indivisible. Porque existen dos silencios: un silencio puede no ser más que la ausencia de ruido, puede ser inerte, o, en el otro extremo de la escala, hay una nada que está infinitamente vivas, y todas las células del cuerpo pueden ser penetradas y vivificadas por la actividad de este segundo silencio. Entonces conoce el cuerpo la diferencia entre dos relajaciones: la muelle flojedad de un cuerpo cargado de tensión que se llama a sí mismo al descanso, y la relajación de un cuerpo alerta cuando la intensidad del ser ha barrido las tensiones. Esos dos silencios, incluidos en el interior de un silencio aún mayor, son polos separados.
PETER BROOK