29/11/21


 El burro de oro

La debilidad del burro era extrema. Como el animal caído que se muere de hambre, ya no tenía fuerzas para levantar la cabeza. Un delirio tranquilo le hacía gesticular palabras raras, ininteligibles, y su aliento fétido, brutalmente fétido, parecía el hálito de una cloaca revuelta.
El burro se moría, lo veían todos. Estaba desconocido. Su piel solo abrazaba el esqueleto, y dentro de ella ya no podía vivir ni la misma fiebre, que se fue retirando poco a poco, falta de tejidos que gastar.
Se le acabó el delirio; el frío de la muerte le invadía el corazón desde los extremos; cayó en un coma profundo, y sin agonía, silenciosamente, sin un estertor que acusara el desenlace...
Se le fue la vida.
Los ojos, turbios, le quedaron abiertos, con las pupilas dilatadas, incoherentes...

DOMINGO ARENA
El cuento uruguayo
Editorial Universitaria de Buenos Aires

  Ann Jellicoe Directora de teatro y actriz inglesa (1927 - 2017). Desde la infancia  mostró un gran interés por el arte del teatro. En 19...